Sólo siguiendo el ritmo de las nubes llegarás a alguna parte

sábado, 30 de julio de 2011

El moreno se va poco a poco, pero durante todo el año queda la marca del bañador

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos para ti, para mí y para todos. Porque hoy es uno de esos días en los que te levantas con ganas de todo y sales a la calle con una sonrisa. Es uno de esos días en los que te ríes sola y no puedes evitar saludar a todo el mundo con quien que te cruzas. Porque es verano y un poco de optimismo nunca viene mal. No sé si es el efecto del sol que hacía bastantes días no aparecía en el cielo, o igual es que mañana es el último día de la cuenta atrás... llega agosto. Al fin, agosto es un mes diferente, significa estar fuera. Agosto es playa, sol, calor, ver a la familia, encontrarte con viejos amigos y hacer algunos nuevos. Agosto es turismo, es parques de atracciones, es locuras. Agosto es cantar por la calle y reírte de las malas caras. ¿Qué? Siempre hay alguien que te puede estropear los días, pero agosto... no, es el mes de la alegría, de decir lo que sientes. ¿Decirlo? No, ¡gritarlo! Que a este le quiero, a este le odio y a vosotros no os necesito más a mi lado. No tener miedo, la palabra vergüenza desaparece del vocabulario en este mes. Y lo mejor de todo... esa esperanza de que todos los días que están por llegar después del verano sean iguales, la esperanza de no tener que volver a ocultar nada ni callarte ciertas cosas.
Porque el verano se acaba, el sol se esconde en el horizonte, las vacaciones terminan, pero los recuerdos permanecen. Lo que hemos sentido, lo que hemos cambiado, lo que hemos madurado, los fallos, las alegrías y las lágrimas (esas que derramas de tanto reír, por supuesto)... todo eso no se lo puede llevar nadie. Así que ya sabes, siempre hay que vivir al máximo, pero en verano al 110%, porque los días son más largos y tenemos más tiempo de hacer estupideces que nos hagan las personas más felices del mundo.

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