Sólo siguiendo el ritmo de las nubes llegarás a alguna parte

martes, 29 de noviembre de 2011

La cantidad de piedras que nos metemos en los zapatos

Y todo lo que hoy debemos hacer es aprender a luchar por nuestros objetivos. Proponernos algo y seguirlo hasta el final, por muy duro que no se nos haga el camino. Que se acaben ya esos momentos en los que lo que único que quieres es tirar la toalla. Hay cosas por las que vale la pena pelear y darlo todo, a pesar de saber que probablemente no llegues a lograr lo que esa meta tiene detrás. ¿Y qué? Aprende a aprender, a darlo todo, a no rendirte y a perder. Aprende que la vida no es color de rosas y que si no luchas, no obtendrás jamás nada de valor. Aprende a ser tú, a no mentir, a vivir todo lo que te venga y a no dar las cosas por sentado. Aprender a entregarte y a no desanimarte con la primera dificultad que encuentres en camino. Acepta de una vez que quien no arriesga no gana, y es verdad. Arriésgate a no lograrlo, arriésgate a perder.

jueves, 24 de noviembre de 2011

La verdad escondida entre cuatro paredes que llaman a voces a la mentira

¿Qué pasa si ya no sé por dónde coger tus historias? Si hace tiempo que la verdad dejó de ser cierta y las mentiras parecen cada vez más sinceras. Me gustan, las mentiras no duelen, no hacen daño, lo recubren todo con una fina capa de sensibilidad, de intentar hacer sentir mejor a los demás. Las verdades duelen, son profundas y sinceras, hieren hasta el fondo, arrancan los mejores recuerdos y se llevan los besos más dulces. Le quitan el sentido a lo vivido y hacen que empieces a dudar de todo lo que hizo tu vida maravillosa. Las verdades... las verdades son cobardes; las mentiras también, pero de otra forma. Mentir es no tener valor para hacer el daño de un tirón, ser demasiado cobarde para robar sonrisas de la cara. La verdad es cobardía, miedo a sentirse culpable si no se dice. La verdad nos quema la boca y si la sueltas es como una llamarada en toda la cara de quien tienes delante, pero ya no te quema a ti. La verdad es el camino fácil y difícil, hacen falta valor y cobardía combinados. Para decir la verdad sin egoísmos, sin segundas intenciones, sin inmutarse, lo que más hace falta es mucho cinismo.

martes, 22 de noviembre de 2011

El rencor solo te hace daño a ti mismo

Me estoy dando cuenta de que mucha gente no gana por placer, por sentirse bien con uno mismo, sino que hay gente que lo da todo para superar a los demás. Ajá, yo te odio (en realidad no odio a nadie), pues ahora voy a ser mejor que tú en todo. ¿Qué lógica tiene eso? A ver, que no digo que la competitividad sea mala, pero algunas personas tienen demasiada. Si te esfuerzas, entiendo que quieras un buen resultado, pero igual la persona que te superó simplemente había trabajado más. Es lo mismo que pasa cuando de repente, le caes bien a alguien y casualmente le empiezas a caer bien a ciertas personas de su alrededor. O cuando ves que alguien tiene algo y automáticamente, aunque antes lo detestaras, te empieza a gustar.
¿Por qué nos gusta más lo ajeno que lo propio? ¿Por qué no vives para ti? Para estar contento contigo, con lo que haces, porque lo haces porque te gusta, porque te obligan o porque te obligas tú mismo, pero nada más, no porque lo hagan otros y quieras hacerlo mejor.
De verdad, jamás podré entender esa manía que mucha gente tiene por ser más que el resto, cuando lo único que están consiguiendo es demostrar que se sienten menos.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Soy las miradas disimuladas que con más descaro echas

Soy esa pequeña sonrisa que te sale sin darte cuenta por los recuerdos, esa melancolía al mirar un atardecer y la ilusión al ver el amanecer. Soy las cosas malas y todas las buenas que vienen detrás. Esa mano que te ayuda cuando te caes, aunque creas que te levantas sin ayuda, también soy yo. Soy la conciencia que te hace sentir mal al mentir en los detalles más insignificantes, los escalofríos que te recorren de arriba a abajo y las ganas de morderte las uñas un día importante. Soy lo que soy, soy las cosas pequeñas que no tienes en cuenta, la que vela por tu seguridad las noches más frías del invierno, la que hace que por casualidad, encuentres rápidamente lo que buscas. Soy la certeza y también soy la duda; soy lo grande, soy lo diminuto. Estoy aquí, a tú lado, y no te das cuenta. En realidad, estoy aquí y estoy allá, estoy intentando dar un poco de mí a todas las personas del mundo... Podría decir que estoy dentro de ti; que yo, soy tú.

martes, 15 de noviembre de 2011

A palabras falsas, oídos sordos


Cambiar forma parte de la vida de todas las personas y si alguien te dice que has cambiado para mal o que no te reconoce, lo único que tienes que decirle es: "antes era yo, ahora soy yo". Porque tarde o temprano esa persona cambiará y tú tampoco la reconocerás, pero habrás aprendido que cambiar es ley de vida y convertirse en una persona diferente es lo que, al fin y al cabo, nos va a pasar a todos. El momento difícil es aquel en el que te das cuenta de que tú eres otra persona, de que has cambiado y de que habías estado tan poco pendiente de ti misma que ni te habías dado cuenta. El momento difícil es aquel en el que te miras al espejo y te preguntas "¿Esta soy yo? ¿Qué me ha pasado? ¿Cuando he dejado de quien como era y me he convertido en lo que soy?". Pero el momento más difícil, más duro, es aquel en el que tus amigos, tu familia, o una sola de las personas que te importan te dicen "No sé qué te ha pasado, has dejado de ser la persona con la que compartía tantas horas y me lo pasaba tan bien, has dejado de ser la persona que me importaba". Eso, eso es lo realmente complicado, haberte mostrado tal y como eres ante alguien y que te rechace por haber hecho algo de lo que ni siquiera eras consciente, por haber cambiado. Al final, la persona que más quieres te está dando la espalda por ser como eres, y eso duele
Pero lo importante, lo que jamás nadie debe olvidar es recordar quiénes somos. Nunca nuestra forma de ser puede estar influida por las opiniones de los demás, porque entonces no seríamos “yo”, sino el producto de lo que el resto quiere que seamos. Y ¿sabes qué? Aunque intentes convertirte en quien los demás quieren, siempre tendrán algo que criticar y algo que echarte en cara. Así que sé tú, sin condiciones ni dudas, porque esa es la única forma de que te quieras; y si no te quieres tú, no te querrá nadie.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Me canso de alimentarme de recuerdos, de las csas que no serán

Recuerdo las cosas que dijimos que haríamos y nunca haremos, los abrazos que no nos daremos y las palabras que ya no nos diremos. Te recuerdo a ti, porque te fuiste y es inevitable no hacerlo. Cada día, al abrir la carpeta y recordar que detrás del horario de clase, por el otro lado de la hoja, imprimí por error una conversación nuestra, al mirar fechas atrás del calendario y tener marcado tu cumpleaños y al irme a dormir y mirar al techo, porque en esa misma cama pasé horas y horas hablando contigo, pensando en ti. Y sé que se acabó y lo tengo asumido y aceptado, pero me sigue doliendo cada vez que me acuerdo de nuestra última conversación "haberlo pensado antes". ¿Tenía que haberlo pensado antes de decir que las cosas estaban cambiando, que no me gustaba echarte de menos, que te quería demasiado? Bueno, igual tenía que haber pensado antes eso de abrirme a alguien, porque eso fue lo que me hizo daño. Y me canso, me canso de recordar y de mirar hacia delante y no ver nada y de darme cuenta de que te olvido y de que cada vez extraño menos que estés cerca y me canso de las sonrisas fingidas, de que me digan "has cambiado, Sara, no sé qué te ha pasado". ¿Qué me ha pasado? Pues que perdí a alguien, no voy a pedirle perdón a nadie por no haber sido alegre cuando le perdí, ni por echarle de menos, ni por los silencios que para mí eran necesarios mientras que para otros eran incómodos. Yo cambié, es cierto, pero era inevitable.
Y los altibajos, las subidas y bajadas que pasamos, ojalá pudiera repetirlas. Si por mi fuera no me bajaría de esa montaña rusa que me volvió loca, pero una loca perdidamente feliz, que cuando tenía la mirada perdida sonreía en vez de estar seria. Y me estoy cansando de imaginar las sonrisas que no tendré y todas las suyas que no veré y las que no provocaré, me estoy cansando de alimentarme de recuerdos, pero más que nada me estoy cansando de pensar en lo que pudo ser y no fue.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Morimos día a día, apuesto a que tu vida terminó ayer

El 11 del 11 del dos mil 11, a las 11 horas y 11 minutos, según los telediarios mucha gente estaba mirando su reloj. ¿Qué estaba haciendo yo? Clase de historia, estudiar la independencia de las colonias españolas en América Latina. Una profesora nos ha estado intentando meter miedo desde hace meses y ha dicho mil veces que se iba a acabar el mundo hoy. Esa profesora casualmente no ha venido, estará aprovechando su "último día de vida". Pero ¿sabéis algo? El lunes se sentirá una estúpida al darse cuenta de que estamos todos vivos, porque hoy va a morir mucha gente, pero el mundo va a seguir girando. Y mañana, también morirá mucha gente, y así día tras día hasta que nos toque a nosotros y ya no podamos seguir viendo pasar las hojas del calendario. Así que me parece una tontería estar poniendo fechas para el fin del mundo. Hemos sobrevivido al paso de milenio, al 6/6/6 y al 11/11/11, también sobreviviremos a diciembre del 2012. Por favor, gente obsesionada con las muertes de millones de personas en masa, algún día "hoy" será la fecha de vuestra muerte, pero ahora mismo, a fecha de hoy, no vais a morir.

jueves, 10 de noviembre de 2011

El día que aprendas a quererte podrás empezar a querer al mundo

Si algo he aprendido en los últimos tiempos es a madurar. He aprendido que la madurez no tiene nada que ver con la edad, con la cantidad de palos que te dan, ni con las veces que te caes. Se madura por valentía, por vivir cosas buenas y aprender de ellas, por echar de menos, porque sin momentos buenos que recordar no se puede echar de menos. Madurar no es tener la frase perfecta en cada momento, ser más listo o tener más amigos. Madurar no es pasar de los problemas de la vida, vivir en tu mundo y creerte mejor que el resto de la gente. Madurar es algo que simplemente pasa, pero no es llegar a un punto y haber "crecido". Para crecer hace falta ir paso a paso, nadie madura de un día para otro, pero sí se puede sentir más capaz de entender las cosas. Madurar es dar pasitos hacia delante y hacia atrás, coger el camino fácil o el difícil, pero coger uno, y aceptar que cuando el camino tiene curvas, no puedes dar media vuelta y coger otro, que tienes que pasar por todos esos altibajos. Y si no te toca pasar por baches, pues no los pasas, porque ser "maduro" no es haber pasado por todas las cosas malas. Lo que he aprendido, es que no se trata de ser más que los demás, ni de ser menos, que hay que aceptar las consecuencias de tus actos y que a veces, por muchos años que tengas, te vas a seguir comportando como un niño. Porque lo más importante que he aprendido, es que a veces saber ser infantil implica tener una base importante de madurez.

martes, 8 de noviembre de 2011

La vida pasa incluso cuando atrasamos la hora de los relojes

Vale, estaba pensando en el porqué de las cosas, de que algunas igual pasan sin motivo y ahí estoy yo con otras cientos de personas paranoicas intentando buscarle un significado oculto a las cosas más básicas del día a día.
La vida es un suspiro, un soplido fuerte puede hacer que todos los problemas sevayan volando, pero mirar fijamente a un punto no va a hacer que cambie. Aunque sí, ya sé que hay ilusiones ópticas que hacen que lo parezca, pero son eso, ilusiones. Las ilusiones alimentan el espíritu y dan esperanza, pero al final solo sirven para que el palo sea más fuerte y la felicidad que te dieron, te la quitan multiplicada por tres.
Y que es una locura eso del amor, la amistad, la confianza y el dolor, pero las locuras nos hacen sentir vivos y para mí, el maldito sentido de la vida que tanto se busca no está más que en vivir. Así que todas las cosas que pasamos cada instante, incluso las horas en el sofá comiendo palomitas mientras ves una película, eso es el sentido de la vida. Y si te parece una pérdida de tiempo, si crees que a veces no hacer nada no es aprovechar el momento, te estás equivocando por completo.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Que la cabeza te diga lo contrario al corazón y hacerle caso al corazón sintiéndote una estúpida


Cuando quieres a alguien y deja de ser lo que era para ti o se va de tu vida, no le puedes odiar. No puedes querer vengarte, bueno, sí que puedes, pero aunque pudieras no lo harías, porque le quisiste y fue demasiado para ti. He escuchado mil veces eso de "que daño me ha hecho, se va a enterar ahora", bien, no me lo creo. Ese rencor, odio, ganas de venganza, de pegarle, de hacerle pasar lo mismo que tú sufriste... no creo que sean reales, me parece que son puros sentimientos superficiales que uno se auto-obliga a sentir para sentirse superior, para creer que nada ni nadie le puede herir en lo más profundo de su corazón y ponerle toda la vida patas arriba. Porque sí, yo también he pensando "tal persona me ha traicionado, voy a hacer como que no me importa, volveremos a estar igual y cuando menos se lo espere ¡PAM! le pagaré con la misma moneda". Sí, he pensado eso más de una vez (sé que no está bien, pero es inevitable), ¿pero he sido capaz de hacerlo? nunca, jamás. Si alguien me hizo sentir bien en su día, vale, luego me hizo daño, pero todo el bien que me hizo sigue contando, y creo que para todo el mundo pasa eso. Pero a nadie le gusta que sus amigos le vean derrotados y luego no hacer nada. Pensar que esa persona va a pasar lo mismo que nosotros por nuestra culpa (que no gracias a nosotros, porque no es bueno) nos da fuerza, nos hace sentir mejor, pero nos sentimos mejor a causa del futuro dolor imaginado que hacemos a otros. Así que por favor, entiendo el dolor, igual no lo he vivido, no sé lo que se siente, pero puede entender una milésima parte de lo que es, y por pensar que vas a hacer daño no arreglarás nada, porque no eres capaz, casi nadie en el mundo es capaz, no te engañes y sigue adelante con tu dolor sin intentar que quien te lo causó lo sienta.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Soy el tipo de chica que es tan típico, pero tampoco tan inusual

Soy el tipo de chica que hace lo que quiere y cuando quiere sin pensar en las consecuencias. El tipo de chica que no se suele dejarse influenciar por la gente y que tiene una opinión propia. Soy la que sabe cómo actuar dependiendo de la situación y la que tiene una palabra para cada persona que conoce. La que puede llorar y fingir una sonrisa al segundo siguiente sin que nadie se dé cuenta. En realidad, soy la que llora poco, la mayoría de las veces por cosas absurdas, porque las importantes son para pensar, no para llorar. Soy la que hace el doble de grande su sonrisa si le dicen que no es bonita. La que le debe todo lo que tiene a los demás, pero poco a poco va consiguiendo su propia vida y haciendo un camino que le lleve a la mejor o a la peor opción, pero la que ella escoja. Soy la que sabe que equivocarse es ley de vida. La que sabe que si no te rompen el corazón y no te caes las suficientes veces, no vas a madurar jamás. Que hasta que no veas una película y estés más pendiente de las reacciones de los demás que de la película en sí, seguirás siendo pequeña. Que tienes que aprender a quererte, pero no a base de kilos de maquillaje, porque con un trozo de algodón te pueden quitar la belleza. Porque nadie se puede levantar si antes no se ha caído.
Sé que no todos los problemas tienen solución y que algunas soluciones no sirven para ningún problema, que si esperas demasiado, se te pasará el arroz y que hay que ponerle buena cara al mal tiempo, porque hay más meses de frío que de calor. Que me gusta el invierno, pero odio las botas de monte y también el verano, pero sin tanto calor.
Soy la chica que sabe que los polos opuestos no siempre se atraen y dos y dos a veces, puede dar cinco.

Un "te quiero" en una botella al mar

Siempre he querido meter un mensaje en una botella y tirarla al mar. Me gustaría saber si alguien lo recibe o si se hunde en el fondo del pantano de una ciudad pequeña. Me gustaría escribir una declaración secreta de amor, escribir palabra por palabra como me sentía el mejor día de mi vida y poder darle esperanza a aquel que lo reciba. Quizás algún día mi botella le llegue a un náufrago de una isla perdida o la encuentre un niño jugando en la playa con sus padres. Pero lo que de verdad me gustaría es que la botella se quedara en el fondo de un río y que dentro de muchos años, cuando yo ya no esté en el mundo y el caudal del río baje, alguien la encuentre y lea el mensaje. Me gustaría que se sintiera dueño de un tesoro, afortunado por un momento y me gustaría también que escribiera algo y lo metiera dentro junto a mi mensaje secreto. Ojalá algún día, cuando vaya a la playa o esté dando un paseo en barco, tiré la botella y muchos años después, otra persona la encuentre y conteste a su mensaje. Ojalá mi tataratataranieto encuentre la botella y al leer mi carta, pueda sentir que de alguna u otra forma, tenemos algo en común.

martes, 1 de noviembre de 2011

Verdades contadas a la luna, a las estrellas y a la noche que cuando sale el sol no soy capaz de pronunciar

Todo el mundo trataba de animarme diciendo que yo valía más que él, que no me merecía. Y yo asentía y decía que tal vez fuera así, pero en el fondo sabía que era mentira, que lo que a mí me faltaba, a él le sobraba y viceversa, por eso hacíamos tan buen equipo... pero él tenía orgullo por los dos y arrogancia le sobraba, esa fue nuestra perdición. Igual unas semanas más juntos o una conversación profunda habrían bastado para evitar el desastre, esa duda estará para siempre en mi cabeza, junto con una pizca de remordimiento y un hueco, un espacio vacío con su nombre grabado a fuego, por si algún día decide volver a dejarse caer por mi vida. ¿Que no me merecía? Vaya estupidez. A veces pienso que soy yo la que no le merecía a él y eso me hace sentir orgullosa. Entré en su vida como un pequeño huracán, me llevé un poco de su paz, le hice ponerse de los nervios y dejé una pequeña huella que quizás para Año Nuevo ya no esté ahí. Pero ¿ves ese corazón tan noble dentro de su pecho? Un día estuve ahí dentro. Cuando me quisieron echar me aferré con todas mis fuerzas, pero se volvió en mi contra y le perdí... Pero dejé paso a otras personas, gente que le hará daño, que le dejará tirado y que le traicionará... gente que al igual que yo, no le merece, gente que no sabrá valorar todo lo bueno que tiene dentro. Así que la próxima vez que alguien me diga "Sonríe, Sarita, nadie merece tanto la pena como para que tengas la mente volando cerca de él y el cuerpo cansado aquí", pensaré "Él sí". Y que a pesar de que yo no le merezca, seguiré sacando una sonrisa gracias a él y a los recuerdos increíbles que tengo gracias a momentos aún mejores a su lado.