Sólo siguiendo el ritmo de las nubes llegarás a alguna parte

lunes, 15 de agosto de 2011

A veces hace falta decir adiós para poder volver a empezar

Yo no soy aficionada a los viajes, es decir, me gusta ir por ahí, pero el trayecto... eso es lo que no aguanto, sobretodo si es en coche. Pero en fin... hoy me voy de viaje, de vacaciones a la playa y me esperan una cuantas horas en el coche. Ya sabes, tiempo para pensar y reflexionar sobre cualquier cosa mientras miras por la ventanilla trasera del coche viendo pasar más y más gente. Me gusta jugar a imaginar sus vidas, no adónde van ni quienes son, si no de lo que están hablando o en lo que piensan. La mayoría de las veces las personas van a lo suyo, centradas en su mundo, pero alguna que otra vez alguien te mira y recibes o una mirada indiferente o una sonrisa.
A donde quiero llegar, es básicamente  a que me voy hasta final de mes a la playa (me encanta la playa) y no voy a escribir, ni siquiera llevo ordenador, ni me meteré a internet desde el móvil, ni nada de nada. Bueno, si necesito liberarme un poco de todo escribiré donde pueda y cuando vuelva lo pasaré al ordenador, o no, o tiraré el papel a la basura, porque cuando leo lo que escribo nunca me gusta.
En fin... estoy un poco melancólica así que no me apetece mucho escribir o si no terminaré con unos párrafos depresivos y no quiero. Así que simplemente, le deseo a todo el mundo que lea esto y a los que no lo lean, que paséis un buen verano, que salgáis, que no sufráis por nada ni por nadie, que el amor es un asco, y que la confianza a veces más. Simplemente buenas noches y hasta septiembre, cuando el sol se empiece a ir y el frío vuelva a hinundarnos poco a poco.

Hoy es el día de mi nueva y antigua yo

Y hoy yo digo FIN: PUNTO Y FINAL. Hoy lo digo por completo, sin dudar lo más mínimo... bueno, tal vez dude un poquito, pero lo digo al 99%. Hoy me he hartado, estoy harta de luchar por algo que no lleva a ninguna parte, porque todos sabemos que es una tontería pedalear cuando vas cuesta abajo en bici, que por mucho que te esfuerces no vas a ir más rápido. Pues así me siento yo, por mucho que pedalee, por mucho que lo intente, no voy a llegar a ninguna parte. Hace tiempo decidí que no volvería a sentir nada de nuevo (en sentido amoroso), he fallado a esa decisión, pero hoy no lo decido de nuevo, si no que lo prometo.
Prometo no volver a luchar por una relación que no existe, ni por una que exista.
Prometo tratar a los hombres como amigos, pero pocos llegarán a serlo de verdad.
Prometo no derramar una lágrima nunca más por nadie que no se lo merezca de verdad.
Prometo sonreirle a los problemas, pero no a ti.
Prometo crear un caparazón a mi alrededor, y prometo que nadie volverá a derrivarlo.
Prometo que volveré a ser fría, que volveré a cerrarme, que volveré a ocultar mis sentimientos.
Prometo que no diré "te quiero" en vano y que lo diré tan pocas veces que oirlo será un milagro.
Prometo dejar de escuchar las canciones que me recuerdan a ti.
Prometo que si en algún momento te recuerdo, escribiré pensando en ti, pero nunca te enterarás.
Prometo que nunca serás consciente de todo lo que pasó por mi cabeza, ni mucho menos por mi corazón.
Prometo que aunque ahora todavía te quiero un poco, pronto dejaré de hacerlo.

Prometo que seré la de hace unos cuantos meses atrás, esa chica callada que se cierra en banda a mil cosas, esa chica que odia las novedades y los cambios.
Prometo hacer todo lo que esté en mi mano (y en todas las parte de mí) para olvidarte.

domingo, 14 de agosto de 2011

(No) quiero seguir inventando mil historias sobre lo que podría pasar

Hoy hemos vuelto a la misma rutina de siempre: te veo, me ves, no te saludo, espero a que lo hagas tú, no lo haces, ya no nos vemos. En fin... es un círculo vicioso y no salimos de él. Y no es que yo haga precisamente algo para evitarlo, pero bueno... Es que nosé, sería tan fácil ir y decir "hola". Fin de la historia, se acabó el juego. Pero no quiero hacerlo, no quiero arriesgarme a ser una pesada. Tal vez sea sólo cosa mía y tú no lo pienses, pero prefiero no tener ninguna papeleta para ser "la pesada pesadísima". Prefiero arriesgarme a que pienses que no quiero hablar contigo y que me das igual. Es una estupidez, pero me he cansado de este juego. Estoy harta de pasar medio día pensando en ti y de no decir nada cuando te veo. ¿Qué ha pasado con todos los momentos que compartimos juntos? ¿Tanto te cuesta un simple saludo? Lo mismo que a mí, lo sé, pero tú no le das tanas vueltas a la cabeza, no eres así... entonces eso significa que ya no piensas en mí, que todo te da igual y que pasas de lo que yo sienta o deje de sentir. Esa es la conclusión final: te has olvidado por completo de mí. Vale, ya está, listo, pasemos página... Pero te pido un favor: no te cruces conmigo porque no aguantaré mucho más sin hablarte y si me ves, no me digas nada, porque entonces toda esta teoría mía se irá al traste y volveremos al principio. En realidad, lo único que quiero ahora es recibir una palabra tuya, una sonrisa, una mirada, la más pequeña señal que me indique estoy equivocada.

Los problemas no suelen ser amigos de las soluciones

Bien, ahora mismo sólo tengo ganas de mandarlo todo a la basura. Estoy harta de toda la gente que cree que no hago nada, que no lucho por lo que quiero. Tal vez mi manera de demostrarlo no sea la mejor, seguramente no lo sea, pero es la única de la que se hacerlo. Cuando algo me importa y aparece el mínimo indicio de que puedo perderlo, me pongo a la defensiva. Sí, en vez de dialogar, hablar las cosas, no, yo me cierro en banda a cualquier opinión y para mí la única que vale es la propia. Eso causa más de un problema, cierto, pero todavía no ha pasado por mi mente la posibilidad de cambiar de forma de actuar. Soy así, tengo problemas y los acepto con buena o mala cara (normalmente con mala), pero los acepto y me enfrento a ellos. A lo que no quiero enfrentarme es a la gente que los ha causado, a los que yo creo que son responsables, a los que me piden explicaciones ni a los que me juzgan. A ver, si tengo un problema ¿de qué sirve contarlo a todo el mundo? ¿De qué sirve ir dando explicaciones a diestro y siniestro del porqué del problema? ¡De nada! Eso digo yo, si es MI problema, YO lo soluciono. Es duro, es egoísta y es malo, pero repito: así soy yo. Soy de las que cuando tienen un problema prefieren meterse en su habitación a pensar a solas en vez de contárselo a nadie; de las que si oye un consejo, lo escucha pero no hace caso; de las que normalmente siguen con su vida como si nada, saliendo por ahí, con la cabeza en otra parte, pero el cuerpo en los mismos sitios de siempre. Porque para mí, antes de que nadie te pueda ayudar con un problema, tienes que haberlo entendido y haber analizado todos y cada uno de los puntos de dicho problema.

sábado, 13 de agosto de 2011

Nadie te devuelve las horas a solas pensando

Dime una cosa... ¿y esas lágrimas que he derramado por las noches? ¿Y las sonrisas que no he podido darle a quien se merece? Dime, ¿quién pagará eso? ¿Quién me va a devolver todos esos momentos a solas en mi habitación pensando en ti, en mí, en nosotros? Todas las canciones tristes que he traducido pensando en ti y horas escuchándolas hasta quedarme sin batería en el mp3. Los CDs grabados en los que todas y cada una de las canciones me recordaban a ti... ¿qué voy a hacer ahora con ellos? ¿Qué voy a hacer con los trozos de papel que hablaban de ti? Recuerdo que por ti quise aprender cosas nuevas, para tener algo que contarte e impresionarte... por favor... era, soy y probablemente (casi seguro), sea siempre una ilusa. Y también es probable que cuando me despierte mañana no sienta nada de lo que ahora recorre mis venas e hinunda mi corazón. Es probable que no sea capaz de abrirme y decir lo que siento como ahora. Pero es una suerte, una suerte enorme para mí, porque si te dijera todo lo que siento me quedaría totalmente indefensa ante ti y no soy capaz de aguantar esa sensación de ser única y puramente yo ante nadie. Al final, esta es una noche como tantas otras que he pasado en vela escuchando música sentimental hasta las tantas de la noche, y creo que por hoy es hora de callarme y dormir. Mañana (hoy) será otro día...

jueves, 11 de agosto de 2011

La vida no es buscar a alguien con quien pasarla, sino compartirla con uno mismo

Me he dado cuenta de que la opinión que tengo de la gente es falsa. Intento creer que la gente es de una manera concreta para justificar lo que hacen. Si alguien me hace daño, me convenceré de que es mala persona, pero no sólo eso, sino de que le gusta ver sufrir a la gente, de que es cruel y se divierte haciendo daño. Bien, es un poco exagerado, pero así funciono yo, así llevo funcionando toda mi vida. Pero entonces llega alguien y... ¡já!
Siempre hay alguien que llega y lo cambia todo. Siempre llega alguien que te parte todos los esquemas y le da la vuelta a tu vida. Y entonces empiezo a pensar que si ese alguien me hace daño, no es que sea mala gente, no, es que mi forma de ser el ha llevado a portarse así. Entonces creo que mi forma de ser no es la adecuada, pero claro, no la puedo cambiar, ni quiero hacerlo, porque si ese estúpido (que no es estúpido y sé que no lo es) no es capaz de estar sin hacerme daño no se merece siquiera que yo le haya dado tantas vueltas a la cabeza por él. Pero para cuando me doy cuenta de que no me hace bien, ya es demasiado tarde porque ya se ha convertido en ese. Ese que hace que le de mil vueltas a la cabeza, que piense a todas horas, el que hace que le quiera, el que consigue que sonría sólo con estar conmigo, el que hace que mis enfados desaparezcan al decir cualquier tontería, el que me hace poner cara de tonta, en el que confío a pesar de todo...
Porque ese es él, en el que pienso cuando digo "me ha fallado, se acabó, voy a pasar página", pero cuando paso página me doy cuenta de que todo el capítulo va sobre él... y esa es la historia de la vida de mucha gente, encontrar a alguien que le haga llenar todas las páginas de un libro. Pero esa  no es mi historia, todavía no.

Contarle tu vida a una pared, enterrar los problemas en el fondo del mar

En realidad ya no tengo ganas de escribir, ya no siento que tenga ningún motivo para hacerlo. Ahora me viene la "inspiración" cuando estoy en la cama, entre las dos y las tres de la mañana y mando callar esa voz de mi pensamiento con toda la fuerza que tengo. Mando mensajes con el móvil, leo, escucho música... cualquier cosa menos pensar. Últimamente eso de pensar me hace daño, me hace sentir un poquito menos yo. Ya no soy la Sara racional de hace unos meses, ahora soy la que se deja llevar por el corazón y le hace más caso del que debería... no me gusta ser esa. Cuento cada día con más esperanza los días que faltan para irme de vacaciones y alejarme de todo. Creo que ya va siendo hora de alejarme un poco, de decir adiós a los amigos y a todo lo que me ata aquí, aunque sólo sea durante dos semanas, pero necesito estar lejos. Lo peor es que sé que cuando no esté aquí lo echaré de menos.
Es una tontería muy grande, pero últimamente todo lo que pasa en mi vida es completamente insignificante y no siento una especial emoción por nada. Ya no sonrío al recordar a alguien, ya no me río sin parar, ya no tengo ni siquiera motivos para estar mal. Ya no me interesan los problemas de la gente, ni tengo ganas de ayudarles, ya no me interesa apenas nada. Y me estoy dando cuenta de que el tiempo corre muy deprisa, de que cada día los días son más cortos y las noches más largas, que el verano se está acabando y sigo igual que cuando empezó. Me estoy dando cuenta de que todas las cosas que quería hacer en junio siguen estando ahí, sin hacer, y ya no tengo ganas de hacerlas.
Tal vez hoy sólo sea un día pesimista, pero no lo creo, creo que sólo son un par de horas pesimistas, ni siquiera soy capaz de aguantar con el mismo estado de ánimo más de un par de horas... En fin, dentro de cinco días estaré lejos, eso me basta para estar bien.

domingo, 7 de agosto de 2011

La que lo da todo a la mitad

Vale, creo que nadie me conoce. Nadie sabe como soy al completo, nadie lo sabe todo de mí, nadie sabe cuando miento y cuando digo la verdad, nadie sabe lo que pienso y nadie sabe lo que siento. Y por eso hay una cosa que odio, que me juzguen. No aguanto que alguien que no me conoce diga "tú eres el tipo de chica que..." o "ya, las chicas como tú hacen tal cosa"... no aguanto eso, odio a la gente que lo hace, porque siempre lo dice el que menos sabe.
Soy el tipo de chica que no se puede encasillar, no se me puede poner una etiqueta, porque en realidad debería llevarlas casi todas, incluso las que se contradicen. Soy la que sonríe cuando está triste y cuando no lo está, la que tiene vergüenza de todo (de TODO, sí) y la que a veces pierde toda la vergüenza, la que es callada pero habla por los codos, la que no estudia pero saca buenas notas, soy la de los refranes que sabe que del dicho al hecho hay un trecho, soy la que no sabe cantar pero lo hace a pleno pulmón, la que tampoco sabe bailar pero baila, la que a veces falla a sus amigos y le tiende la mano a sus enemigos, la que se comporta como si estuviera borracha pero no bebe, la que se ríe hasta que le duele la tripa, la que le grita a la gente que quiere y luego tiene que pedir perdón, la que ve películas de miedo y pasa la noche despierta y asustada, la que trata al chico que le gusta con dolorosa indiferencia, la que no sabe qué decir por teléfono, la que odio el fútbol pero ve siempre los deportes, soy todo y no soy nada, la que miente pero es sincera, soy la que piensa que lo mejor que hay en la vida es una sonrisa.
A fin de cuentas, si alguien puede ponerme una etiqueta que no sea loca, rara o bipolar, que me la ponga, pero no creo que acierte. He vivido demasiadas cosas en la vida como para que ahora alguien que no sabe nada sobre mí crea que me conoce. ¿Sabes algo? Me queda mucho por hacer, por vivir y por cambiar, pero espero no convertirme nunca en una de esas personas que critican porque sí o que juzgan a primera vista... tal vez algún día sea así, pero ahora no, y estoy orgullosa de ello.

viernes, 5 de agosto de 2011

Y justo en ese momento el mundo deja de girar y empiezas a hacerlo tú

¿Nunca te has sentido fuera de lugar? ¿Como si no terminaras de encajar del todo en algún sitio? Sales de fiesta con tus amigos y miras alrededor. Cualquiera que mirara al grupo no se daría cuenta de que no estás al 100% formando parte de él. Cantas, ríes, bailas, hablas y te diviertes. Son tus amigos, confías en ellos y pueden contar con todos para cualquier cosa. Pero hay un día en el que no te sientes parte del todo. Y no sólo de tu grupo de amigos, si no del mundo en general. Es como si algo hubiese cambiado en un segundo y pasases de formar para de la multitud a ser un mero observador. No sé si lo habrás sentido alguna vez, pero estás viviendo tu vida, haciendo algo que no es importante para el mundo, pero sí para ti, y de repente... sientes que algo cambia. Es como si alguien pulsara un botón, hiciera "click" y el mundo siguiera girando y tú simplemente te dejas arrastrar por él, pero estás parada. Sientes que lo ves todo desde fuera, te ves a ti misma y te das cuenta de lo absurdo que es pensar que es importante lo que antes hacías. En comparación con otras cosas es una tontería, y te das cuenta de que todo lo que haces es una tontería al fin y al cabo, y no vas a parar de hacer tonterías en toda tu vida. Pero también te das cuenta de que es importante que las hagas, porque las cosas importantes se basan en pequeñas tonterías acumuladas. Y justo en ese momento, cuando estás pensando todo eso mientras el mundo sigue girando y el tiempo avanzando, te das cuenta de que la mayor tontería es pasar los segundos pensando en la vida. Porque la vida, señoras y señores, está para vivirla, para equivocarse, para arrepentirse, para llorar, para reír, para sonreír con ganas y sin ellas, para levantarte pronto y no saber qué hacer, para levantarte tarde y que se te eche el tiempo encima, para empezar el curso y decir "este año estudio desde el primer día", pero no hacerlo nunca, para recordar los cumpleaños de tu familia y olvidar el de tus amigos, pero que alguien te lo recuerde y nunca se entere. La vida, al fin y al cabo, está para hacer todas las tonterías menos una, pensar en ella.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Quiero a todas y cada una de las cosas que aún están por llegar

Quiero volver atrás, al día que empecé a sentir y darme una bofetada a mí misma. Los sentimientos nos hacen débiles, frágiles ante todo el mundo. Cuando empiezas a querer no eres capaz de imaginar ni una millonésima parte del daño que todo eso te va a hacer. Por supuesto que no podemos hacer nada. Nos han hecho sentimentales, nos hemos hecho sentimentales. Y para algunas cosas yo lo soy demasiado (y para otras demasiado poco).
Por querer, quiero a toda mi familia, incluso a esos que a veces no me caen bien; quiero a mis amigos, también a los que me han traicionado, porque en algún momento hicieron algo bueno por mí; quiero a los profesores de preescolar, que nos enseñaron que si alguien te pega, le tenías que pegar y si te la devolvía, pues le pegabas más fuerte y fin de la historia; quiero a ese hámster que tuve hace muchos años y murió, quiero al gato que tuve de pequeña y del que ni siquiera me acuerdo, pero le quiero por las cosas que me han contado y por los abrazos que no recuerdo haberle dado, pero que le di; quiero incluso a todos y cada uno de los peces que he tenido... y es raro.
Pero todavía más raro es algo que me pasa. Quiero cosas que no han pasado nunca y a gente que no he conocido. Quiero las cosas que están por venir... las buenas, pero también quiero un poquitín las malas. Quiero las cosas que he soñado tener y no tengo. Porque en sueños, todos hemos tenido un marido perfecto que se iba a la guerra y volvía sano y salvo y unos hijos que se portaban mal, pero claro... como su padre estaba en la guerra, era comprensible, y yo les quería. Sería sólo un sueño, pero yo les quería. Y quería a mis amigos del sueño, que no son reales, pero les quería. Y cuando soñaba con el examen de selectividad que todavía no he tenido, había un profesor que me ayudaba y también a él le quería un poco.
Eso es lo difícil, lo duro, querer las cosas que están por venir, porque tal vez nunca lleguen. En parte, no quiero que lleguen, porque si las cosas buenas vienen, traerán consigo las malas. Pero a fin de cuentas, todos queremos cosas imposibles, yo quiero que la gente que quiero sin quererles de verdad no se presenten en mi vida para no tener la oportunidad de quererles, pero también quiero seguir queriéndoles... complicado, ¿no?

lunes, 1 de agosto de 2011

Te doy las gracias por las cosas que aún te quedan por hacer

Venga, hoy ha llegado el día de las gracias. Pero no a todas y cada una de las personas que me han acompañado en mi corta vida (o larga, según se mire). No, hoy voy a darte las gracias a ti. A esa persona que no va a leer palabra de lo que escribo aquí y que debería saberlo todo. Nos conocimos por casualidad, como suele pasar ¿no? En fin, no voy a contar la historia de mi vida desde que te conocí, sería absurdo.
Por lo que te quiero dar las gracias es por el efecto que has causado en mí. Me has "obligado" a decir cosas que no quería decir, me has "obligado" (sigo poniéndolo entre comillas, porque no me has obligado, sólo me has hecho hacerlo) a abrirme, a decir lo que siento y lo que pienso. A veces las palabras se quedan cortas y esta es una de esas veces. Y no sólo el cambio ha sido contigo, también con el resto del mundo. El otro día estaba esperando al autobús y me puse a hablar con una persona que estaba al lado. Después pensé... ¿de verdad soy yo? Quiero decir, soy la típica chica que si le habla alguien que no conoce sonríe y dice pocas palabras para intentar cortar la conversación lo antes posible. Igual (solamente igual), ya no soy esa chica. Igual he dejado de tener vergüenza de decir tonterías porque he empezado a tener vergüenza de decir cosas más serias. La verdad, hace unos meses no me imaginaba capaz de ser como soy ahora. Tal vez nadie se haya dado cuenta del cambio... bueno, sí se han dado cuenta, pero tal vez tú no. Estoy casi segura de que no eres consciente del efecto que has causado en mí, que desde el día que empecé a decir lo que sentía me han llamado loca, pero también me han dado muchos más abrazos. Estoy loca, cierto, estoy loca por muchos motivos, pero sé que ser más sincera y callarme muchas menos cosas no es una de esas razones.
En fin... te estaba dando las gracias, sí, a ti. Y también tengo que decirte (lo siento, no puedo callármelo) que he pasado momentos incómodos contigo, muchísimos, demasiados, y que todavía bajo la mirada al decir "te quiero", y todavía me pongo roja por cualquier tontería. Pero bueno, basta de cosas negativas, porque hoy estoy dándote las gracias, porque estoy más orgullosa de mí misma, aunque antes también lo estaba, pero de forma diferente, de una manera más discreta; porque soy ¿mejor persona? creo que sí, soy un poco mejor persona; y porque como tantas veces me han dicho que soy fría, y me lo siguen diciendo, ahora soy un poquito menos fría. Creo que eso es todo lo que puedo decir, y lo digo otra vez más... gracias.

La verdad es que miento y miento al decir que la verdad es cierta.

Desde siempre nos han enseñado que mentir es malo, pero nos han enseñado a mentir. Hay muchos tipos de mentiras: mentimos para no hacer daño a alguien, mentimos para conseguir lo que queremos, mentimos por aburrimiento y porque no hay otra salida.
Por ejemplo, tienes un mal día, no te apetece salir, pero tampoco que nadie se preocupe por ti. Te llama tu mejor amiga y en vez de decirle que no te apetece y no decirle el porqué, le mientes (es que tengo que ir a comprar o me han castigado por gastar demasiado saldo...). O quieres salir hasta más tarde, pero tus padres no te dejan... bien, les dices que alguien te acompañará a casa cuando es mentira. O mientes por aburrimiento, sí, porque llevas tanto tiempo intentando que alguien te entienda que ya le das la razón (sí, es verdad lo que dices) aunque creas que no la tiene. O cuando suspendes un examen... bueno, ahí hay mentiras de todo tipo, que faltaste a clase el día que explicaron una cosa y no sabías que entraba como materia, que el profesor te tiene manía, que te han bajado la nota por faltas de ortografía (pero en lengua tienes buena nota... extraño ¿no?), o cualquier mentira absurda.
Bien, y digo yo ¿no sería más fácil decir la verdad? La verdad nos hace culpables, mientras que las mentiras nos ayudan a salir de los problemas. Mentir es fácil, es rápido y no hacen falta más explicaciones, cuando se dice la verdad hay que pensar cada palabra para que no se malinterprete, a veces duele y causa situaciones incómodas. Después de todo, la mentira gana por goleada a la verdad. Porque a todos nos han dicho de pequeños que mentir es malo, pero hemos visto a padres, hermanos y profesores mentir. Quiero decir que nos han puesto muy difícil no caer en mentiras. Pero a veces mentimos tanto, que toda nuestra vida se rodea de falsedades. Si mentimos a tanta gente, al final nadie sabrá cual es la verdad y a veces nos costará a nosotros mismos distinguirla. Al menos yo, no quiero vivir una vida en la que nadie me conozca y todos sepan algo sobre mí que no es cierto. Así que yo, una persona que mientes bastante, tal vez demasiado... no, seguro que miento demasiado, me he dado cuenta de que las mentiras a veces estallan en la cara como un globo de agua. Las vas pasando y cada vez tienes más miedo de que caigan al suelo y exploten. Hay que saber mentir. Pero hay también que ser valientes para decir la verdad. ¿Has dicho te quiero cuando en ese momento no lo sentías? Enhorabuena, si lo has hecho, eres un experto mentiroso (lo soy).