Sólo siguiendo el ritmo de las nubes llegarás a alguna parte

jueves, 22 de septiembre de 2011

Echar un vistazo a la historia de tu vida, sonreír los viernes... y también los lunes


Hay cosas que deberían ser iguales siempre; hay cosas que no deberían cambiar.
La ilusión del día de reyes. La felicidad al tomar a tiempo la última uva en Nochevieja y pensar en el año que está por llegar. Las ganas de gritarle al mundo que empiezan las vacaciones el último día de clase. Ver a un profesor en verano y sacarle la lengua porque no te va a dar más clase. La cara de tonta el primer día de curso al ver que ese profesor sí te dará clase. El abrazo al encontrarte con todos los compañeros. Correr hacia los amigos de verano después de un año sin verles. Las llamadas a horas "inadecuadas". Hablar con esa persona hasta la madrugada sin importar que te tengas que levantar pronto al día siguiente. Tirarte en la cama con mochila incluida al llegar a casa un viernes. El olor de los libros nuevos. El primer día que te pones pantalón corto de todo el verano. Sonreír cuando andas sola por la calle, darte cuenta y no poder evitar reír. Cantar involuntariamente en la ducha. Hacerte la cena y que esté deliciosa. Encontrarte por casualidad con un amigo por la calle. El cosquilleo en la tripa, las sonrisas tímidas, bajar la mirada y ponerte roja como un tomate al verle a él y solamente a él. Tirarte de golpe a la piscina en el primer baño de todo el verano. Entenderos con la mirada. Que después de mirar a una amiga de esa forma, ella te contesté exactamente a lo que le querías preguntar mientras la mirabas. Encontrar un dibujo de cuando eras pequeño. Mirar la agenda de años anteriores, darte cuenta de que marcaste algunos días y no te acuerdas por qué; sonreír porque sigues marcando días importantes que dentro de un par de años no recordarás. Tener una palabra en la punta de la lengua, acordarte horas más tarde y gritarla en media de clase de la emoción. Cambiar el fondo del ordenador. Perder el móvil, llamarte a ti misma y que salga el buzón de voz (sí, me pasa mucho). Ponerte roja al recordar cómo eras con un chico que te gustaba hace años, las tonterías que decías cuando estaba cerca y las indirectas que eran tan indirectas que nunca se enteró. Sonreír al darte cuenta de que ese chico es ahora uno de tus mejores amigos. Que llamen a la puerta de casa y grites "¡Que ya vaaaaaaaaaaaaa!", abrir y ver que es un vecino. Pensar que puedo hacer una lista eterna de cosas que no deberían cambiar nunca. Acordarte de mil momentos importantes en tu vida, y del mil y un momentos que pasaste vergüenza y hoy día te hacen sonreír en los peores momentos. Esa persona que con una sola palabra hace que tu peor día se convierta en uno de los mejores. La sonrisa permanente en la cara al hablar con él. No querer tirar la colección de peluches, barbies y otros juguetes. Tener ropa de cuando eras pequeña en el armario.
Pequeñas cosas que hacen momentos normales en momentos únicos e inolvidables. Pequeñas cosas que deberían permanecer para siempre invariables. Pequeñas cosas que espero nunca dejen de hacerme sonreír.

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