Sólo siguiendo el ritmo de las nubes llegarás a alguna parte

sábado, 24 de septiembre de 2011

Encerrar en una caja todo lo que siento, tirar la llave al mar y buscarla debajo de mi cama

Esta mañana he estado pensando en las cosas que no hago. En esas cosas que desde que él apareció en mi vida he dejado de hacer. Cosas absurdas como limpiar mi habitación, ordenador los zapatos o meter las horquillas en sus paquetitos. Son tonterías, sí, pero si en vez de meter las dichosas horquillas en los paquetes, las dejas en una caja sueltas, es muy difícil encontrar más de una del mismo color cuando tienes prisa. Bueno, entonces me levanté y me puse a mirar mi cuarto. Todavía no he guardado en cajas los libros del curso pasado, ni he hecho los deberes de matemáticas que mandaron hace tres días. Ya no guardo cada cd en su caja, ahora están casi todas las cajas vacías y una montaña de ellos en una estantería. El flexo ha cogido polvo y la agenda ha perdido color. El mp4 apenas tiene canciones, porque cuando estoy enfadada borro las que me recuerdan momentos que he vivido (casi todas).
Lo que quiero decir, es que desde que él entró en mi vida, no se por qué, ha hecho que todo esté desordenado, incluso los pensamiento que pasan por mi cabeza ya no siguen un orden. Mis sentimientos han ido cogiendo polvo día a día, igual que los libros y las cosas que antes me parecían importantes. ¿Es hora de coger un trapo y limpiar? Seguramente no, pero los cds que se han rayado por no guardalos en sus cajas, esos que antes me gustaban, sé que no los voy a poder escuchar más, igual que algunas cosas que antes de eran de cierta forma en mi vida y ya no lo serán más.

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